entrevista a quique gonzález en 20mimutos...
Habla con tono pausado y una ronquera producto del clima otoñal. El frío de su ciudad, Madrid, le desconcierta, por eso vive en la costa. Quique González, querido y respetado por todos, cumple diez años en la música y ha salido de gira para celebrarlo.
¿Cómo se presenta esta gira?
Con ganas. Acabaremos con 71 conciertos. Hemos hecho una pequeña familia los diez.
¿Está ya pensando en lo siguiente que hará?
Tengo canciones y un proyecto que, si sale, será bonito.
Sus fans le han hecho el repertorio de los conciertos.
He recibido 1.500 mails, me parece una pasada. Significa que las canciones son importantes para la gente. Cumplir diez años es un buen motivo para hacerles un guiño.
Empiezo a notar señales de que me hago mayor
¿Esa década trabajando le hace sentirse mayor?
Estoy empezando a notar señales (risas). Oigo voces. Parece que no te das cuenta de que pasa el tiempo, porque siempre haces lo mismo. No soy tan joven, tengo 35 años...
¿Algún momento especial que guardar en la memoria?
Tengo cariño por conversaciones que he tenido con gente a la que admiraba antes de dedicarme a la música. Como Johnny Cifuentes, de Burning o Miguel Ríos. Llevan más de 30 años en esto y mantienen el espíritu del rock and roll. Y también por el cariño del público. Que te aplaudan cada tres minutos es fantástico.
Le sentará a uno bien...
Pero no se puede vivir de eso, no es real, no puedes construir tu vida en torno a ello.
¿Continúa su tormentosa relación con las discográficas?
No conozco a nadie que esté contentísimo con su discográfica. Sigo siendo crítico con ellos, pero no es una pelea. Por eso, ellos están en un despacho y yo toco canciones.
Todo el mundo, al parecer, le tiene muy bien considerado.
No creo que le guste a todos. Quizá no termino de ser pop o rock o indie. En los momentos bajos, el apoyo y el respeto que me ha demostrado gente a la que admiraba, o que no conocía, me ha servido para aguantar el tirón.
El country alternativo es un formato bueno para contar historias
¿Dé donde viene ese amor por la música americana?
Por las canciones. Me gustan más las canciones que cualquier género e independientemente de la situación geográfico. Lo que ahora se llama country alternativo es un formato bueno para contar historias. Pero también me gusta mucha música sudamericana y mucha de aquí.
En cualquier caso, hoy apenas hay buenas historias.
No, aunque hay gente haciendo muy buenas canciones, pero supongo que no están en los medios grandes.
¿Cierra los ojos cuando canta por manía o por sentimiento?
Hay mucho de concentración. Son muchas letras y es una manera de meterme en la canción. De hecho, me gustaría abrir los ojos más, pero uno no planifica eso.
¿Cuánta importancia le concede a los premios?
Tampoco me han dado muchos (risas). Es un tópico, pero el premio es que la gente venga a los conciertos. Tampoco creo que tengamos muchos prestigiosos. El criterio es que no hay criterio. Pero los hay, como el Ojo Crítico que le dieron a Vetusta Morla.
¿Le gusta el grupo?
Son buenísimos, majísimos y son unos valientes.
¿Qué sería de Quique sin La Aristocracia y viceversa?
Ellos son bastante grupo, han tocado con otros artistas. Me siento parte de ellos.
Los de Dylan y Morrison son discos que cuando los pones no te decepcionan
¿Cuál es su disco fetiche?
Astral Weeks de Van Morrison y Oh Mercy de Bob Dylan, que es muy especial para mí. Honestidad brutal de Calamaro. Son discos que cuando los ponen no te decepcionan.
¿Le falta por hacer alguna colaboración?
No se, pero Enrique Bunbury dice que mi última gira era de tributos y colaboraciones... Nunca he cantado con Sabina o Serrat.
Los músicos tienen siempre pinta de solitarios...
Supongo que la condición del viajero limita ese perfil solitario. Pero también tengo un montón de buenos amigos, más de 10 y de 15. No como la gente que dice ‘yo los cuento con los dedos de la mano’, pues vaya mierda (risas).
¿Cuál es el último concierto al que ha ido pagando?
Todos, incluso cuando voy a los de mis amigos. Me gusta pagar la entrada. El último fue The Posies en Astillero.
Habla con tono pausado y una ronquera producto del clima otoñal. El frío de su ciudad, Madrid, le desconcierta, por eso vive en la costa. Quique González, querido y respetado por todos, cumple diez años en la música y ha salido de gira para celebrarlo.
¿Cómo se presenta esta gira?
Con ganas. Acabaremos con 71 conciertos. Hemos hecho una pequeña familia los diez.
¿Está ya pensando en lo siguiente que hará?
Tengo canciones y un proyecto que, si sale, será bonito.
Sus fans le han hecho el repertorio de los conciertos.
He recibido 1.500 mails, me parece una pasada. Significa que las canciones son importantes para la gente. Cumplir diez años es un buen motivo para hacerles un guiño.
Empiezo a notar señales de que me hago mayor
¿Esa década trabajando le hace sentirse mayor?
Estoy empezando a notar señales (risas). Oigo voces. Parece que no te das cuenta de que pasa el tiempo, porque siempre haces lo mismo. No soy tan joven, tengo 35 años...
¿Algún momento especial que guardar en la memoria?
Tengo cariño por conversaciones que he tenido con gente a la que admiraba antes de dedicarme a la música. Como Johnny Cifuentes, de Burning o Miguel Ríos. Llevan más de 30 años en esto y mantienen el espíritu del rock and roll. Y también por el cariño del público. Que te aplaudan cada tres minutos es fantástico.
Le sentará a uno bien...
Pero no se puede vivir de eso, no es real, no puedes construir tu vida en torno a ello.
¿Continúa su tormentosa relación con las discográficas?
No conozco a nadie que esté contentísimo con su discográfica. Sigo siendo crítico con ellos, pero no es una pelea. Por eso, ellos están en un despacho y yo toco canciones.
Todo el mundo, al parecer, le tiene muy bien considerado.
No creo que le guste a todos. Quizá no termino de ser pop o rock o indie. En los momentos bajos, el apoyo y el respeto que me ha demostrado gente a la que admiraba, o que no conocía, me ha servido para aguantar el tirón.
El country alternativo es un formato bueno para contar historias
¿Dé donde viene ese amor por la música americana?
Por las canciones. Me gustan más las canciones que cualquier género e independientemente de la situación geográfico. Lo que ahora se llama country alternativo es un formato bueno para contar historias. Pero también me gusta mucha música sudamericana y mucha de aquí.
En cualquier caso, hoy apenas hay buenas historias.
No, aunque hay gente haciendo muy buenas canciones, pero supongo que no están en los medios grandes.
¿Cierra los ojos cuando canta por manía o por sentimiento?
Hay mucho de concentración. Son muchas letras y es una manera de meterme en la canción. De hecho, me gustaría abrir los ojos más, pero uno no planifica eso.
¿Cuánta importancia le concede a los premios?
Tampoco me han dado muchos (risas). Es un tópico, pero el premio es que la gente venga a los conciertos. Tampoco creo que tengamos muchos prestigiosos. El criterio es que no hay criterio. Pero los hay, como el Ojo Crítico que le dieron a Vetusta Morla.
¿Le gusta el grupo?
Son buenísimos, majísimos y son unos valientes.
¿Qué sería de Quique sin La Aristocracia y viceversa?
Ellos son bastante grupo, han tocado con otros artistas. Me siento parte de ellos.
Los de Dylan y Morrison son discos que cuando los pones no te decepcionan
¿Cuál es su disco fetiche?
Astral Weeks de Van Morrison y Oh Mercy de Bob Dylan, que es muy especial para mí. Honestidad brutal de Calamaro. Son discos que cuando los ponen no te decepcionan.
¿Le falta por hacer alguna colaboración?
No se, pero Enrique Bunbury dice que mi última gira era de tributos y colaboraciones... Nunca he cantado con Sabina o Serrat.
Los músicos tienen siempre pinta de solitarios...
Supongo que la condición del viajero limita ese perfil solitario. Pero también tengo un montón de buenos amigos, más de 10 y de 15. No como la gente que dice ‘yo los cuento con los dedos de la mano’, pues vaya mierda (risas).
¿Cuál es el último concierto al que ha ido pagando?
Todos, incluso cuando voy a los de mis amigos. Me gusta pagar la entrada. El último fue The Posies en Astillero.
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